SENSORIUM DEI
Cecilia Caballero Arte Contemporáneo | Julio 2020
La cuarentena obligatoria nos retiene en nuestro propio lugar físico y emocional, en una suspensión que limita al cuerpo pero que lo sigue conectando a todo. Mantenemos la conciencia del tiempo y sobre todo del espacio, por que no podemos transitarlo.
Nuestra percepción se vuelve un absoluto, un devenir constante e inmóvil, un Sensorium Dei, diría Newton, la omnipresencia y percepción de eternidad emocional.
Son muchas las formas con las que intentamos capturar los momentos fugaces donde subyacen los principios más sublimes de la contemplación. Hoy el pragmatismo es como un dogma. Y el optimismo, la fuerza y la salud son los ejes que sustentan nuestra conducta social.
La melancolía y las emociones crepusculares son confundidas con síntomas de debilidad, impotencia y tristeza, como el fantasma de un romanticismo pesimista. Algo que puede ser “tratado” como el diagnóstico de un problema psicosocial asociado a la angustia, el fracaso y el temor. Incluso hasta digno de ser medicado, más susceptible de ser tomado como una patología psicológica que como un estado del alma.
La pintura es el medio ideal para plasmar esas impresiones finas. Puede ser menos real y por la temperatura del color, volverse más incidental y subjetiva. En su materia inerte y viva a la vez, puede capturar la suspensión del tiempo atrapado en cada pincelada.
Buscando en esos misteriosos estados que nos abordan, aprendemos a reconocerlos y a confiar, cada vez más, en aquello que sentimos. Quizá nos ayuden a establecer si de verdad sentimos el deseo de volver a la realidad que dejamos atrás o de crear otra nueva.
Leonel Luna | Junio 2020